El tomillo vulgar o común (Thymus vulgaris, según la denominación científica) es una planta aromática que goza de muy buena salud en la región del Mediterráneo occidental. Aunque parece que su origen fuesen Asia Menor o África, lo cierto es que han sido los europeos de las costas del Mare nostrum quienes mejor han aprovechado esta hierba. Desde los pueblos más antiguos de nuestro continente hasta nuestra propia sociedad, el tomillo ha estado siempre presente en nuestras casas y se une al conjunto de especias como el romero, la albahaca, la mejora, el espliego o el orégano, cuyo uso es frecuente tanto en el plano gastronómico como médico.

El éxito de esta planta en Europa motivó su expansión y exportación a través de los viajes de exploración y descubrimiento desde el siglo XV en adelante. Poco a poco, esta planta tan singular ha conseguido conquistar el mundo entero y actualmente cuenta con una variedad de especies que supera la centena. Aun así, Europa sigue siendo el mayor productor de tomillo del mundo gracias a la profusión de esta especie en España, que cuenta con inmensos tomillares en gran parte de la costa mediterránea desde Cataluña hasta Andalucía. El clima cálido y las condiciones semiáridas de buena parte del territorio hacen que crezca con buena salud y que los españoles sean quienes más se benefician de las múltiples propiedades que atesora esta hierba.

Una de las formas más convencionales de disfrutar de los beneficios del tomillo ha sido la infusión, o como habremos podido escuchar a nuestras abuelas alguna vez, la tisana. A fin de cuentas se trata de lo mismo, un infusionado de tomillo que ha acompañado a la cultura europea prácticamente desde que la hierba comenzó a usarse. En este artículo queremos explicarte qué beneficios tiene habituarse a consumir esta bebida y cuál es el mejor modo de preparación. Pero antes, acudiremos a clase de botánica y veremos las muchas propiedades ventajosas de que goza esta planta tan nuestra.

tomillo planta

Propiedades y beneficios del tomillo

Los usos del tomillo en el panorama gastronómico son sobradamente conocidos por todos. Al fin y al cabo se trata de una especia que no falta en las despensas de nuestros hogares ni en la de los habitantes de otros países mediterráneos como Italia, Grecia y la costa sur de Francia. Es frecuente encontrarlo en sofritos, macerados, caldos, guarniciones y en todos aquellos preparados con los que se aporta sabor y fuerza a las comidas propias de la dieta mediterránea.

Pero no sólo el sabor y el aroma son aspectos del tomillo que se pueden aprovechar, sino también los muchísimos beneficios que aporta al organismo gracias a sus componentes principales. En cuanto a valores nutricionales, el alto contenido en vitamina C, vitamina A, fibra, riboflavina y calcio es la característica que más podemos destacar y por la que se usa para combatir dolencias como las que veremos más adelante. Con respecto a la presencia de los llamados aceites volátiles, el borneol, geraniol, carvacol y tinol aparecen en el tomillo, siendo el más importante el último de los cuatro.

Estos cuatro aceites, destacando el tinol, cuentan con propiedades antisépticas, antiespasmódicas y expectorantes, por lo que su presencia es eficaz frente a bacterias y hongos. Ésta es principalmente la razón de que el tomillo se recomiende para aliviar síntomas como los provocados por resfriados, congestiones, tos y otras afecciones que estresan el aparato respiratorio. Especialmente nuestros bronquios nos agradecerán que les proporcionemos los elementos que atesora el tomillo. Del mismo modo, su capacidad antiséptica hace del tomillo un desinfectante muy apreciado desde el pasado. Lavar las heridas con esta planta ayudará a desinfectarla y favorecerá una cicatrización sana.

Para quienes se preocupan de la salud de su aparato digestivo, la infusión de tomillo es una aliada fantástica para eliminar toxinas del organismo gracias a su efecto diurético. Además, si añadimos un poco de caldo de tomillo a nuestras comidas, tendremos un doble beneficio, ya que le estaremos dando un sabor increíble a la par que ayudamos a regular nuestro tránsito intestinal. También en este plano, el tomillo se recomienda para aliviar los dolores de estómago, ayudar al proceso digestivo y paliar los efectos de diarreas o indisposiciones similares.

Estos beneficios son también los que hacen del tomillo un remedio capaz de aminorar las molestias y dolores propios de la menstruación.

Y si lo que nos interesa es mantener nuestra piel joven, el tomillo cuenta con beneficios dermatológicos bien conocidos gracias a la copiosa acumulación de antioxidantes que posee. El vapor de la propia infusión o algún otro tipo de ungüento serán suficientes para que nuestra piel retrase su envejecimiento.

tomillo infusion

La infusión de tomillo

Ahora que hemos visto las muchísimas razones que nos motivan a incluir el tomillo dentro de nuestro régimen de alimentos, es el momento de hablar sobre la infusión, ya que se trata de una de las principales formas de ingestión.

Lo cierto es que la infusión de tomillo no es distinta de otro tipo de infusiones que podamos tomar habitualmente como la manzanilla, menta-poleo o cualquier clase de té. Sin embargo, las propiedades de esta hierba hacen que su infusión podamos usarla de varios modos distintos, como las aplicaciones cutáneas para desinfectar heridas o retrasar el envejecimiento de nuestra piel. En cuanto al sabor, se trata de un tipo de planta que, al igual que la menta o la albahaca, tienen un sabor muy intenso y aromático, por lo que resulta muy agradable de beber incluso para quienes no son muy seguidores de los caldos aguados.

No obstante, para conseguir una buena infusión no podemos hacerla de cualquier manera. El secreto de las especias para liberar su sabor es, siempre, despertarlas antes. En cualquier caso, vamos a desgranar con minuciosidad cómo se consigue una infusión de tomillo con el mejor sabor posible.

Ingredientes y preparación de una buena infusión de tomillo

Para nuestra infusión de tomillo necesitaremos los siguientes ingredientes:

Tomillo: 10 gr (una cucharada sopera rasa).

Agua: 250 cl. Si añadimos la cantidad de tomillo, también proporcionalmente la de agua.

Miel: una cucharada sopera. En su defecto, una cucharada de postre rasa de azúcar moreno natural.

Limón: 1/2.

Ahora que ya tenemos preparado todo lo necesario para nuestra infusión de tomillo, es el momento de coger un cazo de unos 500 ml de capacidad y verter en él toda el agua. Si usamos agua del grifo, recomendamos sacarla caliente directamente, así el tiempo de hervor será menor y no perderemos parte del agua en la evaporación previa. En caso de que sea agua embotellada, es recomendable atemperarla al menos 20 minutos antes de hervirla.

Mientras el agua se calienta hasta llegar al hervor, en una sartén sin tamaño preferente saltearemos brevemente el tomillo, ya que despertar las especias con calor directo es la mejor forma de sacarles todo su sabor y aroma. Siempre podemos comprar tomillo seco y no será necesario este paso, ya que sus propiedades gustativas y aromáticas estarán potenciadas de manera natural.

Toda vez que el agua alcanza el punto de burbujeo previo al hervor, añadiremos el tomillo. De este modo favorecemos que el agua se vaya impregnando con la esencia de la hierba antes de que la ebullición libere todo lo que hay en su interior. En el momento en que empiece a hervir con fuerza, reduciremos un par de puntos la potencia del fuego y dejaremos que la mezcla se infusione durante 15 minutos aproximadamente.

Pasado ese tiempo, apagaremos el fuego completamente y dejaremos reposar la infusión durante unos 10 minutos. Si hemos cocinado en una vitrocerámica o placa de algún tipo, lo más recomendable es quitar el cazo del fuego en el que hemos hervido el agua, ya que, aunque esté apagado, seguirá emitiendo calor y nuestro caldo seguirá evaporándose. Durante esos 10 minutos de reposo, cortamos la mitad del 1/2 limón y la añadimos. Eso le dará un toque afrutado muy agradable. Lo que nos queda de limón lo reservaremos por si aún queremos más presencia cítrica en el sabor de la infusión.

Después de los 10 minutos de reposo, cogeremos una taza y la llenaremos con la infusión de tomillo (tamizada desde un colador para que no se cuelen las hojas de la planta) hasta, aproximadamente, un cuarto de su capacidad. En ese momento añadiremos la miel a lo que hemos echado en la taza. De este modo será más fácil emulsionar la miel con esa cantidad de infusión, facilitando que ésta se disuelva y se incorpore mejor con el caldo. Una vez batida, verteremos el resto de nuestra infusión y ya estará lista para tomar. Si acaso queremos un sabor aún más suave, podemos recurrir a la canela, pero no olvidemos que es una especia potente y que debemos añadir una cantidad meramente testimonial.

¡Por cierto! ¿Qué hacemos con todas esas hojas húmedas que se han quedado en el colador al tamizar la infusión? ¿Las tiramos a la basura? ¡De eso nada! El tomillo es una planta cuya aplicación directa en la piel tiene propiedades dermatológicas favorables, así que no debemos dudar en aplicar esa pequeña amalgama de hojas sobre nuestra cara o cualquier parte del cuerpo en la que queramos sanar nuestra dermis.

aceite con tomillo

Otras preparaciones interesantes para usar el tomillo

Las capacidades antiséptica y dermatológica del tomillo hacen que su aplicación sobre las heridas o sobre la piel sana tenga una repercusión positiva. Si lo hemos probado y el resultado nos satisface, nuestro consejo es hacer un mejunje recurrente que podamos tener en casa y usarlo de manera natural cuando nos apetezca. Además, es muy sencillo, ya que sólo necesitaremos aceite de oliva y unos cuantos gramos de tomillo fresco. Si ya tenemos esas dos cosas en casa, pondremos en un recipiente 500 ml de aceite y 4 o 5 ramas de tomillo fresco. Después lo tapamos y lo dejamos macerar entre 4 días y una semana. De este modo tendremos un aceite de tomillo totalmente capacitado para las funciones que hemos mencionado.

Contraindicaciones del tomillo

Aunque hemos visto que el tomillo posee múltiples propiedades beneficiosas, se trata de una especia potente, así que es preferible evitarla para embarazadas, personas con úlceras estomacales y pacientes de cardiopatías crónicas.