La sociedad experimenta actualmente una revolución alimenticia que busca dietas cada vez más saludables frente a la presencia masiva de comida basura. La tendencia conocida como real food se ha expandido por todos los rincones del mundo, por no hablar de las corrientes vegetarianas. En mitad de toda esta vorágine de información sobre qué debemos o no comer, una vieja conocida de la humanidad ha comenzado a tomar protagonismo por sus propiedades beneficiosas para el organismo. Como muchos intuirán, hablamos de la infusión, que ha conseguido conquistar al sector más cuidadoso en materia alimenticia. Sin duda, un redescubrimiento que ha puesto a toda la industria circundante a funcionar.
Como era de esperar, el aumento de ventas de productos como cafeteras, termos y teteras ha aumentado a la par que el consumo de las distintas infusiones, si bien es cierto que el formato del té y todo lo que lo rodea triunfa hasta el momento más que las otras opciones. Especialmente las teteras cuentan con unas cifras de demanda nunca antes vistas en todas sus versiones: cerámica, porcelana, bronce… A pesar de todo, las teteras de hierro fundido han conseguido imponerse a todas las demás, llamando la atención de buena parte del sector adepto al té. Y es que los nuevos “infusionistas” han conseguido encontrar en esta herramienta una aliada centenaria para conseguir un té con el aroma y el sabor más extraordinarios.
Una breve historia
El té ha acompañado a la cultura oriental desde tiempos milenarios, aunque especialmente la comunidad China ha sido su gran benefactora, protectora y cultivadora. Como es natural, también fue en este territorio donde se fabricaron los primeros recipientes para preparar, albergar y distribuir la infusión del té, perfeccionándose con el paso de los años hasta dar lugar a lo que conocemos hoy como una tetera. La cerámica y la porcelana fueron los materiales más usados para su factura, puliéndose paulatinamente hasta alcanzar su punto álgido como expresión artística. La popularidad de la porcelana china se debe en parte a este proceso.
Hace aproximadamente 500 años las teteras dieron el salto a Japón junto con la hoja entera del té para infusionarla. Antes, los nipones los preparaban mediante un polvo soluble de valor muy elevado sólo asequible para la élite social. La introducción de la tetera en Japón motivó el origen de las teteras de hierro fundido, que terminaron por convertirse a la vez en una tradición y un arte exportado años más tarde al resto del mundo. Desde entonces, su uso ha continuado imparable y experimenta en la actualidad un periodo áureo.
¿Por qué las tetera de hierro fundido?
La expansión de las teteras de hierro fundido en Japón tras su llegada desde China no fue una casualidad, lo mismo que tampoco lo es ahora la fama de que goza. Una de las razones más evidentes para que se opte por este tipo frente a las demás es la naturaleza de su material, que puede mantener la temperatura más alta y durante más tiempo que el resto de teteras. Además, su tapadera (incorporación japonesa, por cierto) tiene una capacidad hermética más poderosa que la del resto de materiales, favoreciendo el mantenimiento del té siempre en la temperatura idónea.
La segunda razón por la que las teteras de hierro fundido tuvieron y tienen tanta demanda es su vida útil. En efecto, el hierro fundido es mucho más resistente al paso del tiempo que otro tipo de materiales, además de más resistente a golpes, rozaduras y cualquier tipo de daño posible. Por supuesto, deben tener el mantenimiento adecuado –hablaremos de él más adelante-, pero si logramos dejarla a punto cada vez que la usamos, podríamos traspasarla de generación en generación, como es frecuente en las familias japonesas.
Por último, no debemos dejar de mencionar el aspecto decorativo de este tipo de teteras. El paso de este recipiente por Japón motivó una mejora artística que ha perdurado hasta nuestros días, convirtiéndose en elementos útiles y decorativos a partes iguales. De hecho, todavía en el país nipón existen fábricas artesanales regentadas por familias en las que se la elaboración de la tetera de hierro fundido es un arte tradicional y heredado de generación en generación. Por supuesto, su precio es mayor que el de las producidas en serie, pero sin duda se trata de una inversión gustosa para los amantes del té y de toda la ceremonia que existe a su alrededor.
¿Cómo se usan las teteras de hierro fundido?
Las particularidades de este formato de tetera son las responsables de que también el uso que se debe hacer de ella sea particular y riguroso. Si no respetamos el tratamiento que se aconseja para el material, es más que posible que en cuestión de pocos meses debamos cambiar nuestra tetera de hierro fundido por otra nueva. Para que esto no nos ocurra, estos son los pasos a seguir para preparar un té delicioso y cuidar de nuestra joya.
El primero error que debemos evitar es calentar directamente el agua para la infusión en la tetera de hierro fundido. Si lo hacemos, el fuego dejará marcas y manchas que acabarán estropeándola. Lo correcto es hervir el agua en un recipiente aparte y luego verterla en la tetera de hierro fundido. Por supuesto, antes la habremos enjuagado con agua caliente, que no será la misma que usaremos para infusionar las hojas del té. Si acaso no sobra algo, guardarlo en su interior no es recomendable, ya que fermentará, perderá propiedades y puede afectar al esmalte interior.
Tras su uso, llega el momento de limpiarla. Para ello no es necesario más que agua, sin cepillos, ni jabón ni nada similar. El agua y nuestras propias manos serán más que suficientes para lavar un material ya de por sí purificado. De lo contrario se dañaría el esmalte y se liberarían las partículas del hierro al agua caliente de nuestro té. Después de enjuagarla, secarla a la perfección por dentro y por fuera es crucial, ya que el hierro es tendente al óxido y el agua lo potencia. Si ya está bien seca, perfecto. Podremos volverla a colocar donde mejor nos parezca para que luzca toda su belleza.
