Un antiguo proverbio chino dice: «¡Beber una taza de té a diario seguramente matará de hambre al boticario!»

Y Lu Yu, el famoso escritor chino que publicó Cha Ching (El Clásico del Té) en 780 dC, les dijo a sus lectores que el té «atempera los espíritus y armoniza la mente, disipa el cansancio y alivia la fatiga, despierta el pensamiento y previene la somnolencia, aligera y refresca el cuerpo y despeja las facultades de percepción». Entonces, ¿Qué elementos de la planta del té le otorgan propiedades beneficiosas tan generosas?

 

Polifenoles, los ingredientes responsables del sabor y aroma de té

Probablemente, las sustancias más importantes son lo que llamamos polifenoles, unos compuestos naturales de las plantas que proporcionan sabor y textura a los tés. En el té se encuentran diferentes grupos de polifenoles, y el grupo más grande se denomina flavonoides que se forman en la luz solar a partir de los aminoácidos en las hojas.

Las más importantes de ellos son las catequinas que actúan como antioxidantes en el cuerpo humano y ayudan a protegernos contra enfermedades relacionadas con la edad, tales como enfermedades cardíacas, derrames cerebrales, trombosis, aterosclerosis, etc.

La más beneficiosa de las catequinas se llama epigalocatequina-3- gallate (EGCG), y los niveles más altos de esta y otras catequinas se encuentran en los brotes tiernos y las primeras una o dos hojas de los brotes nuevos de la planta de té.

Las catequinas y otros polifenoles cambian durante la oxidación y, por lo tanto, los tés no oxidados o poco oxidados (tales como el té verde, té amarillo y té blanco «agujas de plata») son más ricos en catequinas que los tés oolongs oscuros oxidados o los tés negros. Los polifenoles en el té representan algunos de los mensajes positivos sobre las propiedades saludables del té que se han transmitido a lo largo de los siglos desde China.

Ciertamente, ayudan a mantener alejado al médico o al boticario; y la investigación moderna ha demostrado que el té puede ayudar a protegernos no solamente contra los problemas de nuestro sistema circulatorio sino también contra ciertos cánceres y contra enfermedades como el Alzheimer, ya que parece ayudar a proteger el tejido conectivo del cerebro.

El té también contiene enzimas, como la polifenol oxidasa (PPO) y la peroxidasa (POD) que provocan cambios en las células de la hoja a la vez que se degradan durante la fabricación. A medida que las hojas se marchitan y comienzan a oxidarse, las enzimas se involucran en cambios en los polifenoles, cambiando el color de las hojas de verde a marrón y formando teaflavinas (responsables del brillo y la calidad del licor del té) y thearubiginas (que le dan al té su rico color rojo, su profundidad y su cuerpo).

Otros compuestos de sabor y aroma, llamados volátiles, también están presentes en las hojas y se desarrollan durante el procesamiento para darle al té sus diferentes sabores (herbáceos, florales, afrutados, vegetales, picantes, amaderados, dulces, etc.).

 

Cafeína y L-teanina, una combinación que refuerza el ánimo y la mente

La sabiduría tradicional se refiere una y otra vez a la capacidad del té de calmarnos cuando estamos agitados, nos despierta cuando tenemos sueño, nos ayuda a dormir si sufrimos de insomnio, nos refresca si estamos cansados.

Un poema sobre el té dice lo siguiente:

«Si tienes frío, el té te calentará;

Si estás demasiado acalorado, te enfriará;

Si estás deprimido, te alegrará;

Si estás emocionado, te tranquilizará».

Estos beneficios algo contradictorios son el resultado de la cafeína (también llamada teína) que trabaja en armonía con el aminoácido L-teanina.

La cafeína se encuentra en la planta de té para actuar como un insecticida y evitar que los insectos hambrientos mordisqueen y dañen las hojas y los brotes. Cuando consumimos té, la cafeína actúa como un estimulante para despertarnos, aumentando nuestra resistencia y manteniéndonos alertos. Una cantidad de cafeína excesiva absorbida demasiado rápido puede hacernos temblar y sentirnos agitados. Pero la L-teanina en el té disminuye la velocidad a la que nuestros cuerpos absorben la cafeína para que seamos menos conscientes de los efectos de la cafeína y nos damos cuenta gradualmente de que nos sentimos refrescados, bien despiertos y capaces de concentrarnos sin sentirnos temblorosos o ansiosos.

La L-teanina reduce el estrés mental y físico, reduce la presión arterial y nos ayuda a relajarnos y sentirnos tranquilos. También tiene el beneficio adicional de darle al té una maravillosa dulzura aterciopelada y una percepción te textura gruesa y espumosa en el paladar. Cuando el té crece en condiciones soleadas, se producen más polifenoles a partir de los aminoácidos ricos en nitrógeno en la hoja y contribuyen a la amargura que a veces saboreamos en el té. Pero si el té se cultiva a la sombra o en condiciones muy brumosas donde el sol apenas atraviesa la capa de las nubes, se forman menos polifenoles y quedan más aminoácidos en la hoja.

 

Fuente de vitaminas y minerales

Otros ingredientes beneficiosos incluyen el fluoruro, un mineral natural que la planta absorbe del suelo a medida que crece, el que ayuda a reducir las caries y las descomposiciones dentales. Las nutrientes en las hojas del té también incluyen pequeñas cantidades de manganeso, potasio, zinc, betacaroteno (un precursor de la vitamina A, esencial para la visión nocturna), vitamina B1, B2, B3, B5, B6, B12 (ácido fólico), vitamina C y vitamina E.

Las hojas también contienen carbohidratos en forma de almidones y azúcares, saponinas (que le dan al té un sabor amargo y astringente y tienen propiedades antiinflamatorias y antialérgicas), clorofila y pigmentos que determinan el color del té. No es de extrañar que los chinos tengan un proverbio que diga: «Es mejor privarse de comida durante tres días que del té por un día».