El papel del té en la vida de los monjes budistas
Desde el momento en el que budismo fue introducido en China durante la dinastía Han (206 a.C. – 220 d.C.), el té ha ocupado un lugar muy importante en la vida de los monjes budistas. Su contribución para promover y difundir la cultura del té ha sido realmente extraordinaria. Aprendieron a cultivar la planta del té silvestre y a producir diferentes tipos de té de incomparable calidad. Popularizaron los beneficios del té propagando al mismo tiempo el amor y el respeto profundo por la naturaleza. Convirtieron la costumbre de beber té en un acto ceremonial, disolviendo las ideas filosóficas del budismo en cada taza de té que servían.
¿En fin, porqué entre todas las bebidas del mundo los monjes budistas escogieron el té? En primer lugar, necesitaban mantener la mente clara y el cuerpo hidratado durante las largas horas de meditación. Su efecto ligeramente estimulante se debe a la presencia de cafeína que se encuentra en la planta del té “Camellia sinensis”. Además, el té contiene una larga lista de vitaminas y minerales que eran de gran valor para los monjes, teniendo en cuenta una dieta muy estricta que tenían que llevar en los monasterios. Aun así, había algo más en esta bebida que simbolizaba la esencia del budismo. Algo que los monjes supieron reconocer de forma intuitiva y que hoy en día tiene su explicación científica.
L-teanina, un valioso aminoácido de la planta del té
Aparte de todos los componentes beneficiosos ya mencionados, el té contiene un aminoácido llamado L-teanina. Su presencia en la naturaleza es muy escasa, siendo el té la única bebida que la contiene. L-teanina es una sustancia muy valiosa ya que estimula la actividad de las ondas alfa en nuestro cerebro. ¿Y cuándo se producen las ondas alfa? Cuando estamos tranquilos y relajados. Mientras escuchamos el sonido de las olas en la playa, disfrutamos de un bonito paisaje o simplemente cerramos los ojos por un instante. Esto quiere decir que L-teanina ayuda a nuestro cuerpo a relajarse. Pero no es una forma de relajación que induce al sueño, sino todo lo contrario. Mantiene nuestra mente clara, alerta y activa. Mejora la concentración. Aumenta la creatividad. Ayuda a pensar de forma positiva y a resolver problemas con más facilidad. Establece el equilibrio entre el cuerpo y la mente.
L-teanina ayuda a meditar
Si alguna vez habéis practicado yoga o meditación, habréis experimentado el aumento de las ondas alfa. Se las percibe a través de un estado placentero de serenidad y de relajación profunda. Como si nos trasladáramos a otra dimensión, desconectando de la energía negativa y armonizando nuestros sentidos. Desarrollando el nivel intuitivo de nuestra conciencia y conociéndose mejor uno mismo. En este sentido la estrecha relación entre el té y el budismo resulta más que obvia. Tomar té les facilitaba la meditación. Les ayudaba a mantener la mente lúcida, centrada, clara y positiva para así poder adentrarse en el mundo interior sin ser interrumpido por pensamientos invasivos. Según la filosofía china el estado de ánimo puede traspasarse fácilmente a otras personas por lo que una de las ideas centrales de budismo consiste en mantener el estado mental positivo y vivir en armonía con el entorno.
Cuanto más altitud, más L-teanina
Al darse cuenta de sus innumerables beneficios, los monjes empezaron a cultivar la planta del té al lado de los templos y los monasterios budistas que se hallaban en lo más recóndito de los bosques de las altas montañas. Casualmente los mejores tés eran los que crecían en sus brumosas laderas. A gran altitud la cantidad del sol es reducida por la densa niebla que proporciona humedad y permite una mayor concentración de L-teanina en la planta. El respeto que tenían los monjes por el té y por la naturaleza les impulsó a mejorar la calidad de la producción y a buscar nuevas formas de prepararlo. Sus esfuerzos pronto dieron su fruto.
Desde los más pobres hasta los emperadores
Como los monasterios budistas eran a la vez refugios, bibliotecas y escuelas, los monjes budistas pronto consiguieron difundir la práctica de beber té entre todos los que venían a visitarlos. La costumbre de servir té durante los encuentros y las ocasiones ceremoniales dio lugar a las diferentes ceremonias del té. La más famosa de ellas se llama la ceremonia “Gong Fu”. Es una ceremonia de té que requiere utensilios específicos y un té de alta calidad para poder disfrutar tanto del sabor del té como de la misma preparación artística que requiere una cierta maestría. Para la ceremonia Gong Fu se suelen utilizar té oolong o té puerh, nunca té verde o té blanco.
La excelente calidad de los tés producidos por los monasterios no tardó en despertar el interés de la corte imperial. Los mejores tés fueron ofrecidos como tributo (conocido como “Gong Cha”) a los emperadores chinos. La corte, a su vez, proporcionaba los fondos necesarios para potenciar el desarrollo de nuevas y cada vez más avanzadas técnicas de producción. Así, gradualmente aparecieron las famosas variedades de té verde, té blanco, té amarillo y té oolong. Todos ellos de una calidad asombrosa y de sabor extraordinario y singular. Algunos de estos tés no han bajado de posición durante cientos de años y siguen entre los primeros en la lista de los tés chinos más codiciados. Uno de ellos es el famoso té oolong Da Hong Pao, procedente de uno de los lugares más espectaculares de China – las montañas Wuyi situadas en el suroeste del país.
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